jueves, 22 de marzo de 2018

BOLIVIA Y EL DESAFÍO DE EDUCAR DESDE EL CONFLICTO


Una mirada prospectiva: Potencial y riesgos del conflicto


En  el  desarrollo  de la  Cultura de  Paz  la educación  se convierte en  el  motor para potenciar una sociedad civil viva y activa, a través de la gestación de las nuevas ciudadanías, es decir, de auténticos ciudadanos y ciudadanas, preocupados y comprometidos por la justicia, por el desarrollo, la paz y una democracia participativa. Una sociedad civil con un gran potencial ético y humano, que pueda demostrar, en la práctica y con coherencia, que es posible desarrollar los valores que propone (Gonzáles,
2007).


Educar para la democracia y educar para la gestión alternativa de conflictos supone, en último rmino, fomentar la participación ciudadana en la toma de decisiones y la escuela, como microsociedad con sus instituciones, debe ser el lugar donde empiecen a ejercitarse los futuros ciudadanos en la implicación en los asuntos de su sociedad (Binaburo, 2007). Esta participación ha de propiciar lo que últimamente se viene denominando la horizontalización de la democracia, que exige unas personas auténticamente ciudadanas, bien formadas para tratar sus propios conflictos y no delegar la solución de los mismos a las distintas autoridades.

La conflictividad no debe ser analizada exclusivamente desde el punto de vista del conocimiento reflexivo; debe ser abordada desde posturas propositivas que, a partir del aprendizaje teórico, generen propuestas que sirvan no solo para remediar las secuelas

negativas de los conflictos, sino también para prevenir situaciones que podrían derivar en enfrentamientos violentos, con víctimas no deseadas (Jordán, 2016). Se dice que la conflictividad puede ser estudiada como motor de cambio social; entonces es momento de convertirla en ese catalizador de cambio que promueva una evolución positiva de nuestra sociedad y no su destrucción definitiva.



Educar desde el conflicto: ¿Qué es la educación para la paz?


La educación para la paz es un femeno antiguo y a la vez relativamente reciente. Por un lado, la enseñanza sobre la guerra, la violencia y, por implicación, las alternativas pacíficas, tiene una larga historia que se remonta a cientos de años. De hecho, algunos de los registros más antiguos sobre la paz tienen sus raíces en muchas tradiciones religiosas y de sabiduría, a través de las enseñanza de Buda, Ballá’ulh, Jesucristo, Mahoma, Moisés y Lao Tse, entre otros (Harris, 2008; Brantmeier et al., 2010)

Por otra parte el estudio académico de la paz (y por lo tanto la educación para la paz) comenzó en gran medida como reacción a la Primera y Segunda Guerra Mundial, como un  medio  para  enseñar  la  paz  más  que  la  guerra  (Bajaj,  2015:154).  Además,  la educación para la paz, en parte, también surg como una respuesta a la Carta de la Organización  de  las  Naciones  Unidas  para  la  Educación,  la  Ciencia  y  la  Cultura (Unesco) (1945), en la cual se dice que Como la guerra empieza en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres que deben construirse las defensas para la paz.

Además del desarrollo de la comprensión de la paz y los estudios sobre la paz, el campo de la educación para la paz también ha evolucionado desde su creación. El énfasis inicial a lo largo de los años cincuenta, por ejemplo, estaba en violencia directa (personal), como asalto, tortura, terrorismo o guerra (Hicks, 1988:6). Junto con las definiciones ampliadas de violencia, la educación para la paz también evolucionó a lo largo de los años sesenta y setenta para incluir la violencia indirecta o estructural. En las últimas cuatro décadas, el interés y la investigación centrados en la educación para la paz han crecido rápidamente1, en la medida en que está en proceso de desarrollar su propio paradigma educativo” (Synott, 2005) a nivel mundial.

Este crecimiento se evidencia en la creciente red del campo, en el apoyo a través de la

ONU y la UNESCO, el gran número de institutos de investigación específicos, eaumento de la presencia en instituciones académicas, financiadores, editores, programas internacionales y la Campaña Mundial por la Educación para la Paz. Para el Llamamiento de la Haya por la Paz, el Instituto Internacional de Educación para la Paz (IIPE) y la Comisión de Educación para la Paz (PEC) incluidos dentro de la Asociación Internacional para la Investigación de la Paz (IPRA).

En los últimos años, la UNESCO (2011: ii) ha pedido un esfuerzo conjunto mundial para desbloquear todo el potencial de la educación para que actúe como fuerza de paz. En 2013, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, dedicó el Día Internacional de la Paz a la educación para la paz, afirmando que la educación es vital para fomentar la ciudadanía global y construir sociedades pacíficas (Ki-moon, 2013, párrafo 2).

Hoy en día, la gente de todo el mundo está utilizando herramientas educativas para liberarse del sufrimiento humano causado por la violencia directa y estructural. Donde hay conflictos, hay educadores para la paz (Harris, 2013).

Ahora es posible ubicar la educación para la paz bajo el paraguas más amplio del “conocimiento de la paz (Reardon, 1988: 38-53), que abarca también los estudios sobre la paz, la investigación de la paz y la acción de paz (Fitzduff y Jean, 2011;1). La educación para la paz es un campo diverso de estudio y práctica, pero a un nivel básico puede ser pensado como una forma de aprendizaje organizado (formal o informal) que intenta enseñar acerca de la paz; que existe, por qué no existe y maneras de lograrlo” (Harris y Morrison, 2013: 29).

Mediante  una  política  educativa,  la  planificación,  la  pedagogía  y  las  prácticas educativas, la educación para la paz proporciona los medios para abordar los conocimientos, las actitudes, las disposiciones, las aptitudes, los comportamientos y los valores necesarios para explorar las causas de la violencia, la dinámica de los conflictos y las condiciones para una paz global. (Harris, 2003: 16, Schirch, 2005: 57, Bajaj, 2008:
1, Salomón y Cairns, 2010: 5). La educación para la paz, por lo tanto, constituye un componente importante de la consolidación de la paz, incluidos los vínculos con los conflictos, el desarrollo internacional, la verdad y la reconciliación, la enseñanza sobre el  extremismo,  el  terrorismo,  las  respuestas  humanitarias,  la  transformación  de conflictos y la reconstrucción postconflicto. En resumen, la educación para la paz puede definirse ampliamente como piedra angular de una cultura de paz (Wessells, 1994: 43, Reardon, 2000, 414).

Conceptos básicos.-


Esencialmente, la educación para la paz alienta a los estudiantes a trabajar hacia la paz por medios pacíficos. Las ideas de violencia directa estructural-cultural son contrarrestadas por la paz positiva directa” (bondad física y verbal, resumiendo: el amor), paz estructural positiva (diálogo, integración, solidaridad y participación) y paz cultural positiva (legitimación de la paz, cultura positiva de la paz) (Galtung,
1969: 302, 1996, 32). A través de la literatura, la mayoría está de acuerdo en que un concepto integral y holístico de la paz (y por lo tanto la educación para la paz) se basa en una visión que abraca la educación para la paz positiva y negativa. Basándose en esto, el método Trascender” de Galtung (2002: 8) asume la paz como la capacidad de manejar los conflictos con la creatividad, la no violencia y la empatía.

Otro concepto básico de la educación para la paz es explorar la naturaleza y la dinámica del conflicto. Lyn Davies (2005: 637) señala que paradójicamente, la educación para la paz proviene de la exposición al conflicto, aprendiendo de las personas que no están de acuerdo contigo en lugar de las que están de acuerdo. La educación para la paz puede, por lo tanto, ayudar a los estudiantes a considerar la manera de reducir el uso de la violencia en los conflictos. Comprender las diferencias entre conflicto destructivo y constructivo (Deutsch, 1973: 8) y conflicto negativo o positivo ayuda a los estudiantes a explorar maneras de manejarlos, resolverlos o transformarlos (Lederach, 1997).

Una de las últimas tendencias en educación para la paz es un argumento para la educación crítica para la paz, presente en la obra de Bajaj (2008), Brantmeier (2010) y Duckworth (2012), entre otros. Mientras que la mayoría de los programas de educación para la paz cubren la violencia, la paz y los conflictos, la educación crítica para la paz, agrega un enfoque adicional sobre el poder. También, a partir de las críticas post- estructurales y postcoloniales del campo que es normativo y descontextualizado (Hantzopolous, 2016:181), destaca la importancia de que los investigadores, actores locales e institutos colaboren para desarrollar un programa determinado, una pedagogía y unas relaciones específicas en los espacios educativos mediante la investigación activista, la educación y la acción hacia procesos de cambio social.

Enfoque holístico sobre violencia, paz y conflicto



Violencia

Directa
Violencia

Estructural
Violencia

Sociocultural

/ Psicológica
Violencia

Ecológica
Violencia            de guerra cibernética
Paz
Paz Negativa
Paz         positiva

(Económica

/política)
Paz positiva

Ecológica cultural
Paz positiva Paz

con la naturaleza
Paz cibernética
Conflicto
Comportamiento
Contradicciones
Actitudes
Actitudes            y

comportamientos
Comportamiento:

Conflicto, cibernético.      Tal vez     usando     la tecnología    como plataforma
Fuente: Phill Gittins


Elaboración: Propia


La educación para la paz también debe considerar las dimensiones temporales (Haavelsrud, 2008); permitiendo a los estudiantes analizar y tratar el pasado y el presente, a como el futuro. Ser orientado hacia el futuro como mencionan (Boulding,
1988; Rardon 1988) ofrece a los estudiantes la oportunidad de prever, imaginar y planificar futuros probables y posibles, considerando ¿a dónde queremos llegar? y ¿cómo lo conseguiremos?.

Se considera que el enfoque holístico de la educación para la paz, que se ha expuesto anteriormente, incorpora algunos de los factores decisivos necesarios para impulsarnos hacia  el  desarrollo  humano  y  el  establecimiento  de  una  cultura  de  paz  (Galtung,
1998:16). Claramente, cada programa de educación para la paz no puede abordar todos estos. El contenido idealmente debe ser cuidadosamente elegido” para responder a las realidades de cada contexto, condición que no siempre ocurre.

Retos para el futuro.-


1.   La educación para la paz y su evaluación

2.   Educación contextual de la paz

3.   La división teórico – práctica

4.   Acceso a la educación para la paz

El contexto boliviano, dinámica de la conflictividad.-


El caso de Bolivia es un buen complemento para la discusión sobre la paz, en general, y la educación para la paz en particular.. Bolivia sigue siendo uno de los países más desiguales y pobres del continente latinoamericano (Banco Mundial, 2009). Desde la época colonial hasta nuestros días, ha sufrido una larga historia de conflictos. En los últimos años ha registrado el nivel más alto de conflictos sociales y violencia intrafamiliar (UNIR, 2013).

Alentadoramente, para Bolivia, sin embargo, abordar los conflictos y la violencia y la búsqueda de la paz en todo el país, parecen estar en la planificación de la nueva agenda del gobierno. Naturalmente, este nuevo impulso hacia la paz se refleja en las recientes reformas del gobierno. La nueva Constitución Política del Estado, por ejemplo, afirma queBolivia es un Estado pacifista, promoviendo una cultura de paz y el derecho a la paz (CPE, Art. 10). Por inferencia, hay varios aspectos relacionados con la paz que Bolivia apoya. Por ejemplo, el Estado boliviano parece apoyar el lenguaje de los derechos humanos en general y reconoce la importancia de la justicia de género y la igualdad de género en particular2.

Aunque en los últimos años se han logrado algunos avances en relación con el discurso de paz, existe una brecha entre la retórica y la realidad. La acumulación de evidencias de investigación muestra que hay una notable ausencia de una cultura de paz en Bolivia a pesar de ser una necesidad urgente (UNIR, 2010: 5, 132). Una de las formas en que Bolivia ha estado tratando de responder a este desafío, es a través de la educación, que cada vez más se sitúa como una de las principales vías para la paz y el desarrolla en el país.

Sin embargo, recientemente se ha hablado mucho de la paz y la educación en Bolivia y la importancia de ambas es reconocida en diversas documentaciones gubernamentales y políticas. El artículo 3.12, por ejemplo, ilumina la relación  entre paz, educación  y cultura de paz, subrayando la necesidad de promover la convivencia pacífica y la erradicación de todas las formas de violencia en la educación, para el desarrollo de una sociedad basada en una cultura de paz, con respecto a los derechos individuales y

colectivos para todos.


En este contexto es necesario preguntarse por qué la educación para la paz y los programas conexos no están ampliamente integrados en las escuelas y universidades si bien el discurso insinúa la superposición e interconexión entre la educación y la paz, una cosa que parece no haber hecho es presionar para difundir políticas y prácticas sobre el terreno. En general, hay una falta y necesidad de educación para la paz en el país. Por esta razón los jóvenes de Bolivia carecen de oportunidades para aprender sobre las causas de la violencia y las estrategias para la paz. La escasez de programas de educación para la paz en Bolivia podría ser explicada por el hecho de que el país carece de educadores suficientes, recursos y herramientas capacitados para la paz que puedan ser usados en su contexto para enseñar sobre la paz.

Entendimiento de la paz en Bolivia.-


Investigaciones de la Fundación UNIR, proporcionan información útil sobre como los bolivianos representan, sienten y viven la violencia, la paz, una cultura de paz y la educación para la paz3, también cubre los conflictos y sus costos directos e indirectos.

La violencia representa la principal causa de muerte en las mujeres, superando el ncer y  los  accidentes  automovilísticos.  Una  mujer  es  agredida  sexualmente  cada  15 segundos. En Bolivia, una mujer es asesinada cada tres días y es víctima de algún tipo de violencia cada 7 (UNIR, 2010: 73). Esto, por mucho que sea, explica por qué Bolivia se sitúa entre los niveles más altos de violencia contra la mujer en América Latina.

Con respecto a la violencia contra niños y jóvenes, el 23% de los niños sufren algún tipo de agresión sexual en todo el mundo. En Bolivia, el número es más alto, alrededor del
40% 1 de cada 3 niños sufre alguna forma de agresión sexual, 75% de ellos ocurren en el hogar. Además de la violencia en el hogar, estudios en otros lugares muestran que la violencia parece inculcada en el sistema educativo boliviano.

     7 de cada 10 niños y niñas son víctimas psicológicas en sus hogares o escuelas.

     El 50% de los estudiantes de las escuelas han sido víctimas, perpetradores o espectadores de violencia.
     59% de los estudiantes sufren agresiones verbales frecuentes, entre 5 y 10 veces al año.
     1 de cada 10 estudiantes es víctima de amenazas o coerción al menos 2 veces por semana, tanto en zonas rurales como urbanas.
     3 de cada 10 estudiantes son víctimas de exclusión y marginación.

     3 de cada 10 estudiantes afirman que a veces su maestra gritaba o las golpeaba.

     El 30% de todos los estudiantes son golpeados por sus padres y 1 de cada 10 por sus hermanos y hermanas.

La violencia en la educación no es exclusiva de Bolivia, de hecho, una revisión sintética de la evidencia empírica demuestra que la violencia en la “educación formal de masas escolaridad es común, sistemática y extendida internacionalmente (Harber, 2004: 1).

Con esos datos, la violencia parece ser dominante en Bolivia, impregnando las identidades culturales, la economía y la política. Esto explica en parte por qué es típicamente considerada como algo natural; una construcción social que se aprende de generación en generación e inherente a la sociedad boliviana. El mismo estudio de la UNIR (2013: 321-322) también encontró que los principales factores que impulsan la violencia en Bolivia son la pobreza, el poder político y cultural, la discriminación, la violencia de género y la violencia dentro de la familia, la inseguridad y tomar justicia por sus propias manos.

Además de la violencia, los ciclos de conflicto en curso han sido durante mucho tiempo una preocupación para Bolivia4. En un análisis resumido, Lopes Cardozo (2011: 73-76) detalla cinco razones principales para el conflicto en el país:

1)  Altos niveles de pobreza y desigualdad de oportunidades;

2)  Discriminación y exclusión;

3)  Una lucha regional vinculada al uso de discursos separatistas y políticas de identidad;
4)  Una grave desconfianza en el funcionamiento del Estado (instituciones) y entre los grupos de la sociedad;
5)  Enfrentamientos recurrentes entre el Estado y los movimientos sociales, que a veces convierten los métodos populares de presión en encuentros violentos.

Bolivia y el Índice de Paz Global


De acuerdo a datos del Instituto para la Economía y la Paz (Institute for Economics and Peace), en su informe correspondiente al año 2016 sobre Índice de Paz Global, señala que Bolivia se encuentra en el puesto 81 del ranking de paz mundial, de 163 países.

Bolivia: Índice de Paz Global


FECHA
ÍNDICE DE PAZ GLOBAL
RANKING PAZ GLOBAL
2016
2,038
81º
2015
2,025
90º
2014
1,969
70º
2013
2,062
86º
2012
2,056
85º
2011
2,005
73º
2010
2,038
82º
2009
2,041
82º
2008
1,957
75º



Fuente: Índice de Paz global


Elaboración: Propia


Bolivia pervive con una situación de conflictividad social latente entre Estado y Sociedad. No solo ello, sino que muchas veces pone en jaque a sus instituciones y a la democracia. En este escenario de conflictividad los movimientos sociales se apartan del cumplimiento de la Ley y apelan al escenario del bloqueo de las carreteras, el bloqueo de calles y las huelgas generales, que constituyen en serias amenazas al libre tránsito y la seguridad ciudadana.

La necesidad de construcción de procesos más profundos de democracia debe garantizar cada vez más paz. Para alcanzar esta situación se debe empezar por acortar las brechas sociales de pobreza y desigualdad y producir el mayor desarrollo institucional en un marco de proceso democrático. El Estado boliviano tiene la asignatura pendiente por construir un andamiaje institucional que le permita alcanzar la cuestión del contrato social de tal manera que se garantice una situación de paz que garantice la libertad de los ciudadanos.

Cultura de paz: actitudes y propuestas para la sociedad


INICIATIVAS SUGERIDAS


1) Se requiere que los Sistemas de Alerta Temprana evolucionen de sistemas unidimensionales (centrados en la descripción, el análisis y el seguimiento) a Sistemas de Segunda Generación 2.0., es decir, inteligentes, especializados, proyectivos, pero sobre todo, que aporten con claves resolutivas a partir de la (meta) sistematización de los casos y la retroalimentación permanente.

2) Se debe incorporar protocolos institucionales, donde esté consignada la ruta crítica que debe seguir la gestión del conflicto, básicamente: exploración, categorización, implicación y evaluación, de tal manera que logren racionalidades deseable obtener más y mayores bienes, y no menos—, eficiencia—lograr mayores rendimientos o, si se prefiere, más sobre lo que se valora, por menos insumos— y economía—optimizar el gasto de escasos recursos para conseguir rendimientos crecientes de los recursos y acciones emprendidas, tanto intercampo como intracampo en el abordaje de un tipo de conflictos.

3) Contar con clínica y laboratorios de resolución de conflictos que complementen y refuercen las acciones de afrontamiento realizadas por las autoridades, a como de los mediadores involucrados en la gestión de conflictos emblemáticos o prolongados.

4) Recuperar y sistematizar los Modos Idiosincráticos de Resolución de Conflictos (MIRC), es decir, la pragmática que los bolivianos poseen para resolver los conflictos en  clave  y  contexto  nacionales,  que  podrían  adicionalmente  agregar  valor  a  los manuales.

5) En lo referido a la educación-capacitación, se requiere formación especializada y previamente enfocada, de tal manera que los cursos respondan a un proceso de diseño a demanda (urgencias y exigencias) y a una apropiación como ampliación (incorporar valor agregado) de modelos enfocados en dar salidas a situaciones de estancamiento crítico o punto muerto: modelo de “estancamiento perjudicial, catástrofe mutua inminente”, “atrapamiento” y oportunidad tentadora, para de esta forma sustentar una intervención estratégica: el diseño de su plan maestro más su forma operacional. Proyectos que den prioridad a la educación contínua en cultura de paz y gestión de conflictos en escuela, la calle y la universidad.

6) En cuanto a investigación se requiere desarrollar estudios tipo survey, que sirvan puntualmente a responder operativamente a la toxicidad de los conflictos, las salidas del punto muerto”, los encuadres de afrontamiento, la crisis como método de resolución y la altimetría de la solución.

Bolivia y el desafío de educar desde el conflicto, significa asumir el compromiso personal e institucional para educar en la paz y la gestión de los conflictos como prioridad. Desarrollar las competencias según modelos pedagógicos y prácticas contextualizadas y sostenibles en el tiempo, que ayuden a transformar realidades violentas en realidades de encuentro, respeto a la pluralidad de ideas, confiabilidad y dialogo marcado por la ética.

Para la comunicación y el acuerdo existen varios puntos de partida y de llegada, uno de esos es el conflicto, ya que desde su potencial constructivo o destructivo, podemos generar  un  pensamiento  crítico  y  actitudes  que  activen  herramientas  que  se  han aprendido como la asertividad, empatía, escucha activa, reconocimiento, de a que la educación sea fuerza y esencia para sostener actitudes para entendimiento y acuerdo. La gestión de conflictos y la mediación son ya ahora conocimientos transversales imprescindibles para comprender la complejidad de la sociedad y para ayudarla a transitar por los puentes del encuentro y la paz.


Educación para la cultura de paz

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